martes, 28 de julio de 2009

Amor condusse noi ad una morte - Xavier Villaurrutia

Amar es una angustia, una pregunta, una suspensa y luminosa duda; es un querer saber todo lo tuyo y a la vez un temor de al fin saberlo. Amar es reconstruir, cuando te alejas, tus pasos, tus silencios, tus palabras, y pretender seguir tu pensamiento cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas. Amar es una cólera secreta, una helada y diabólica soberbia. Amar es no dormir cuando en mi lecho sueñas entre mis brazos que te ciñen, y odiar el sueño en que, bajo tu frente, acaso en otros brazos te abandonas. Amar es escuchar sobre tu pecho, hasta colmar la oreja codiciosa, el rumor de tu sangre y la marea de tu respiración acompasada. Amar es absorber tu joven savia y juntar nuestras bocas en un cauce hasta que de la brisa de tu aliento se impregnen para siempre mis entrañas. Amar es una envidia verde y muda, una sutil y lúcida avaricia. Amar es provocar el dulce instante en que tu piel busca mi piel despierta; saciar a un tiempo la avidez nocturna y morir otra vez la misma muerte provisional, desgarradora, oscura. Amar es una sed, la de la llaga que arde sin consumirse ni cerrarse, y el hambre de una boca atormentada que pide más y más y no se sacia. Amar es una insólita lujuria y una gula voraz, siempre desierta. Pero amar es también cerrar los ojos, dejar que el sueño invada nuestro cuerpo como un río de olvido y de tinieblas, y navegar sin rumbo, a la deriva: porque amar es, al fin, una indolencia.

domingo, 26 de julio de 2009

Travesias vitales - Rodericus

Travesías vitales Las travesías existenciales forman parte de la vida. Sin ellas, la realidad sería muy tenue y poco vistosa. Alguien podría objetar esta idea señalando que basta con vivir para conocer los desafíos. Sin embargo, y en términos más precisos, creo que hay vidas que niegan posibilidades a la vida, así como hay otras que se arriesgan mucho más. El temperamento y las circunstancias inciden mucho en este aspecto. Decidirse es dar lugar no sólo a la posibilidad del acierto, sino, obviamente, también del error. La travesía, el viaje, el peregrinaje, son las páginas que hay que ir escribiendo -y, retrospectivamente, leyendo- mientras estamos en el tiempo. Para cada uno su propia vida tiene algo de novela de suspenso, por la incertidumbre respecto de lo que viene; de libro de historia, por el pasado que se puede contar; de obra de teatro, por sus personajes, diálogos, tensiones y escenarios. Estos distintos géneros literarios, separados en la ficción, se mezclan en la realidad de cada sujeto y configuran una historia propia e irrepetible. Ningún guión está escrito de antemano, sino que se va haciendo de a poco, tanto para quien se expone más como para quien se retrae. Pero qué interesante sería, para unos y otros, que la navegación final fuese un acto de síntesis y de redención. RODERICUS